Esta vez se trata de un (por fin *____*) Jack & Christian ^^ El próximo, por lo que hemos hablado, será un Alsan & Shail (*_*) xD Bueno, os dejo de molestar^^
A leer ^w^
El
silencio se podía palpar, al igual que la tranquilidad que se
respiraba. El ambiente era totalmente apacigüe y sereno, ni una gota
de nerviosismo irrumpía en aquel mar de calma.
Un
mar de hielo.
El
joven se apartó el pelo que le invadía el rostro, rápidamente y
sin miramientos, sin importarle de qué forma quedaría. Sabía que
estaría igual de atractivo de todos modos, además, tampoco le daba
demasiada importancia al aspecto físico ¿de verdad importaba? ¿de
verdad importaba de qué manera llevaras el peinado, o si tenías la
camisa sin arrugas, en el epicentro de una mortífera guerra?
Y,
de pronto, una gota de lava cayó en aquel mar helado.
Su
mano trazó un camino hasta su espalda, donde aún colgaba la vaina
que custodiaba con recelo a El Colmillo de Hielo. Sus dedos
encerraron el pomo, casi con ansias de desenvainar la espada y poder
pelear. Pero, como siempre, intentó enfriar su mente y concentrarse,
sobreponerse al instinto.
Y,
en aquellos momentos, sólo una persona hacía que su instinto
asesino y depredador despertase.
—Jack—llamó,
no era pregunta, ni una duda, ni si quiera una hipótesis. Era un
hecho: sabía que era él—.
Yandrak.
—Christian—contestó
él, aún sin intender de qué iba aquel juego de nombres—.
Kirtash.
El
joven shek relajó sus músculos, aunque no del todo, en cualquier
momento Jack podía sacar a Domivat y blandirla contra él. Sus ojos
fríos como el mismísimo hielo, como un susurro de la escarcha, como
un aliento gélido, como el beso de la muerte, encontraron los de
Jack, de un característico color verde esmeralda.
—No
sabía que estabas aquí—se
disculpó el rubio, algo azorado, no podía negar que el timbre de
voz de Christian despertaba en él un instinto mayor que su
consciencia. Pero no, no iba a dejarse llevar por él. Sheziss le
había ayudado a ello, no volvería a tropezar con la misma piedra,
no otra vez.
—Intentaré
ser más llamativo la próxima vez—comentó
Christian, aún sin encontrarle demasiada lógica a aquellas
palabras.
Suspiró,
siempre le pasaba, siempre que estaba en presencia de aquel...
híbrido. No encontraba las palabras correctas, y eso era algo muy
poco común en él.
—Pues
avísame cuando hayas acabado, o si no...—pensó
un poco sus palabras, todo lo que podía decir estaba fuera de
lugar—.
Bueno, ya me bañaré mañana.
—Prefiero
que te bañes ahora: apuestas a dragón-no era un insulto, sólo una
realidad que comentar.
Jack
forzó los músculos de su mandíbula, en tensión. Apretó los
puños, llegándose a clavar las uñas en la palma de la mano.
—¡¿Y
qué te crees?! ¡¿Qué tú hueles a rosas?!—explotó,
era increíble como Christian lograba hacerle estallar tan
rápidamente—¡Atufas
a shek, por los dioses!
El
moreno joven inclinó la cabeza hacia un lado, observando a Jack con
detenimiento, de arriba a abajo. El dragón se quedó parado, sin
saber qué hacer ¿se debería dejar observar? Probablemente no, pero
no podía negar que aquella mirada tenía un magnetismo hipnótico.
—¿Y
eso despierta ti instinto?—preguntó,
con un tono de voz tan frío como quien recita un teorema.
Jack
no supo descifrar la intención de aquella pregunta.
—Sí...—respondió,
azorado ¿a dónde quería llegar con aquello?
El
shek redujo un paso la distancia que los separaba un paso,
adelantándose, con sigilo. A Jack le sorprendió ver cómo sus pasos
no sonaban, apenas hacían vibrar el agua de los charcos bajo sus
pies, como si levitase. Increíble.
—¡Qué
clase de instinto despierto en ti, Jack?
El
muchacho frunció el ceño, entre sorprendido y a la defensiva. ¿A
qué se refería? La respuesta era obvia: Cada vez que le veía
sentía todos los años de guerras entre sus pueblos, de odio,
generación tras generación. Un instinto que les empujaba a lanzarse
el uno contra otro y a matarse allí mismo, sin piedad.
—Pues...—pensaba
responderle eso mismo, pero Christian captó sus pensamientos antes
de que las palabras empezaran a tomar forma en su garganta.
—A
parte de ese.
—¿Cómo
que “a parte de ese”?
Vale,
ahora sí extrañó a Domivat. Estaba en el cuarto donde dormía,
apoyada contra la puerta, de tal forma que no hacía falta agacharse
a por ella en caso de necesidad. Pero, inconscientemente, se echó la
mano al cinto, el lugar donde (normalmente) pendía la vaina que
custodiaba a Domivat, aguantando con nobleza su fuego.
—No
es necesario que cojas a Domivat—explicó
Christian, quien volvió a acercarse otro paso más a él. Pero Jack
no retrocedió.
—Tú
llevas a Haiass—observó,
puntuosamente.
—Pero
no me hace falta.
Ahora
sí que se había perdido completamente, no entendía nada. ¿Iban a
pelearse o no?
—¿Qué
quieres?-no se anduvo con rodeos: directo como una flecha. Una
actitud bastante común en los caballeros de Nurgon.
Christian
esbozó su media sonrisa, tan típica de él, tan cautivadora como la
canción de sus ojos. Jack, confundido, no se movió del sitio, pero
el fuego del dragón estaba empezando a latir en él. Pero Christian
no le dejó tiempo para enfurecerse, porque sus labios volvieron a
formular otras palabras, aún más confusas:
—Como
te he dicho, Jack, quiero que me digas qué clase de instintos
despierto en ti—Jack
se percató de que había dicho “quiero que me digas”, y no
“quiero saber”. Porque, obviamente lo sabía, lo sabía mucho más
y antes que Jack.
—Como
ya te he dicho—repitió
la misma fórmula—,
despiertas en mí un instinto asesino.
El
shek meneó la cabeza, dejando que todos sus cabellos se revolviesen,
dándole un aspecto mucho más juvenil y fiero. Bajo los claros
mechones que cubrían su frente y tapaban, como una cortina, sus
ojos; una llama azul brilló, divertida.
—No,
Jack—musitó,
como el suave ronronear de un felino—.
Despierto otro, lo sabes tan bien como yo.
Yandrak,
el último dragón, frunció el ceño, extrañado.
—No
sé de que estás hablando—objetó,
como un ladrido.
—Sabes
de lo que estoy habland—-según
iba pronunciando aquellas palabras, avanzaba en la semi oscuridad, en
la suave penumbra. Sus pasos era ágiles, y, pese a la mortal herida
que cubría su vientre, no había perdido aquel paso maestro y
grácil. Los andares de un asesino—.
Sabes, perfectamente, que en tu interior, algo de mí te atrae.
El
pulso de Jack se aceleró, con furia, pero, a la vez, con vergüenza.
—¿¡ATRAERME?!
¿¡TÚ ESTÁS LO...—no
pudo continuar, Christian le colocó el dedo índice sus labios, y
acompañó esa acción con un suave susurro, como quien intenta
calmar a un niño pequeño.
—Jack,
¿de verdad eres tan estúpido como para intentar engañar a un shek?
El
joven rubio iba a responderle una réplica, cortante y cruel, pero no
pudo. Todos sus sentidos, pensamientos, palabras e ideas se
bloquearon cuando la rodilla de Christian se introdujo con suavidad
entre sus piernas, presionando su entrepierna.
—¿De
verdad que no sientes ningún tipo de atracción hacia mí?—sonrió
de nuevo, al ver que de Jack gemía, excitado—¿Estás
totalmente seguro?
La
respiración de Jack se hizo más costosa y agitada, tanto que se le
empezó a nublar la vista. De donde no pudo, juntó fuerzas
suficientes como para empujar a Christian, apartarle de su lado y...
pero no puso, más bien no quiso. Oh, sí, no podía negarlo: le
encantaba. El contacto del shek era totalmente electrizante y
delicioso.
—¿Algunas
palabras antes de perder la cordura?—musitó
Christian, divirtiéndose y disfrutando a partes iguales, mientras
mordisqueaba el lóbulo de su oreja derecha.
—Sí—pudo
decir Jack, entre gemidos, aunque Christian lo había sentido cuando
sólo era un pensamiento—.
Que te den por culo, Christian—exclamó,
con una mirada algo cortante. Y tras aquello, sus ojos se entornaron
con picardía y sus labios tornaron una traviesa sonrisa más típica
del shek que de él—.
Pero que te dé yo.
Dicho
esto, Jack tiró de Christian hacia el suelo, quien se dejó
arrastrar. Los dos acabaron envueltos el uno por el otro, unidos,
enredados como la red telepática de los sheks, y tan calientes como
la temperatura corporal habitual en los dragones.
¿Podía
existir una combinación más perfecta? Era algo que, en aquel
momento, ninguno quiso preguntarse.
Con
cuidado y suavemente, Jack deslizaba sus dedos por el vientre curtido
de Christian, mientras su lengua recorría cada centímetro de su
sensual cuello. Por su parte, Christian procuraba no soltar ni el más
leve gemido, esa, era una acción muy humana. Su fresco dedo corazón
recorría la curva de la espalda de Jack debajo de la camisa, y
esbozó una media sonrisa de triunfo cuando notó al dragón
estremecerse bajo su tacto. Con calculadora presión, Christian llegó
a la boca del rubio antes de que éste último pudiese reaccionar a
tiempo. Sorprendido y encantado, Jack cerró los ojos disfrutando con
toda sus fuerzas de aquel beso.
Enigmático,
fascinante, magnánimo, electrizante… único. Hecho para él.
Desacostumbrado
a estar acorralado de aquella manera, contra la fría piedra del
suelo, Christian giró las tornas. Con un movimiento inesperado y
envidiablemente veloz, Jack fue golpeado contra el suelo, y dejó que
un quejido saliese por su boca. Se regañó a si mismo, por eso. Al
shek le divirtió ver aquella extraña “discusión” mental que
traía el dragón. Decidió atormentarle un poco más, buscando al
compás de su propio ritmo, los cálidos labios del muchacho.
Mientras, por el otro lado de la partitura, el dragón discutía con
aquel yo asesino mata serpientes que se indignaba por aquella
situación.
Tenía
ganas de desgarrar, romper, reventar cuellos de ofidio. En lugar de
eso, tuvo una idea mejor. Colocó sus manos en la fría espalda del
shek, que ligeramente sorprendido, no pudo hacer otra cosa que
estremecerse y apretar los puños cuando las uñas de Jack se
clavaron en su piel, como las garras de Yandrak en su piel escamosa
de shek, de Kirtash. Le recordó al juego de nombres que
anteriormente había jugado con Jack. Sin apartar sus labios, como si
estuviesen pegados por el hielo, y notando los arañazos en su
espalda, abrió con violencia y decisión la boca de Jack llegando
hasta su lengua. Notó bajo él que Jack no esperaba aquello, pero
tampoco lo alejó. Realmente, porque no podía. ¿O porque no quería?
Un
hilillo de saliva salió de la comisura del labio de Jack,
demostrando como sus lengua se rozaban una con la otra. La caricia de
Christian que resbaló por el costado de Jack hizo que arquease la
espalda, y un gutural y sensual gemido saliese de la garganta del
dragón. Christian se separó bruscamente, dejando a Jack con ganas
de más, quien se abalanzó en busca de más. Pero chocó con el dedo
de Christian que se posó con crueldad en los labios del dragón,
quien temblaba en busca de caricias.
—Ahora…
—susurró
el shek en su oído—
¿Despierto en ti algún instinto… Jack?
Su
helado aliento al lado de la oreja, hizo que Jack fuese incapaz de
controlarse. Aunque Christian oyó su respuesta, le apetecía
divertirse. Quería saber, hasta que punto, podía llegar. Hasta que
punto, podía corromper a tan inocente dragón.
—Aún
sigo pensando que te odio—murmuró
el dragón, contra el dedo que Christian que presionaba su boca.
—Pero...—le
hizo continuar el shek, con siniestro placer.
—¿Nunca
has oído el dicho de que una imagen vale más que mil palabras?—y,
por un instante, el shek pareció desconcertado ante la pregunta del
rubio. Pero sólo fue un instante, como el titubear de una vela bajo
un leve soplo otoñal. Pronto comprendió a dónde quería llegar a
parar—.
Comprobemos si es cierto.
Jack
consiguió apartarse a Christian de encima, quien, sorprendentemente,
no opuso ninguna resistencia. Porque sabía que el resultado de
aquello sería satisfactoriamente delicioso. Al rubio le temblaron
las piernas nada más ponerse de piel, aquel híbrido absorbía toda
su energía. Pero su dignidad aún seguía intacta. Más o menos...
Así
que empezó a andar hacia el agua de las termas. Mientras avanzaba,
empezó a desabotonar su camisa, con torpeza, con ansías, con
desesperación ¿Por qué le costaba tanto separar el botón del
ojal? ¡No era tan difícil! ¡Un niño de cuatro años sabía
hacerlo!... Pero un niño de cuatro años no estaba tan caliente como
Jack lo estaba ahora.
Pese
a que no le gustaba bañarse con agua caliente, se adentró en el
agua de las termas, la cual se calentó aún más según entraba.
Antes de que le diera tiempo si quiera a cerrar los ojos y relajarse,
aunque sólo fuera por un insignificante instante (no pensaba gastar
más tiempo en ello, ahora tenía otros asuntos más interesantes que
atender), el agua volvió a templarse.
Y
aquello sólo podía significar una cosa.
Se
dio la vuelta, deprisa, para distinguir la esbelta y curtida silueta
del shek meterse en las aguas.
Ya
se había quitado la ropa y, esta, descansaba en una esquina,
colocada de mala manera. Al igual que Haiass. A Jack le sorprendió
no haber escuchado el sonido del acero helado al caer sobre las losas
de piedra. Pero, ahora, tenía otras cosas entre manos.
Christian
se acercó a él. Y no se anduvo con rodeos: sabía perfectamente lo
que ambos querían. Y ni si quiera les separaba ninguna clase de tela
que les impidiese un contacto total. Se abalanzó (casi literalmente)
contra Jack, el cual no tuvo fuerzas y cayó al agua, arrastrando a
Christian consigo.
El
estruendo del chapuzón fue estrepitoso. El agua se desbordó
levemente de la terma. Y ambos, sintieron un escalofrío, deseando
que Victoria no les hubiese escuchado. Pero era imposible, ella
dormía varias plantas más arriba, totalmente absorta, visitando el
reino de Morfeo. Lo máximo que podía pasar es que algún soldado
szish fuera a ver a qué se debía tanto escándalo. Y Jack se
estremeció entero al comprender que, si eso pasase, Christian o
tendría problema en matar al testigo de aquel acto.
Pero
tampoco tuvo mucho tiempo de pensarlo. El shek se colocó encima de
él y empezó a jugar. Su lengua recorrió, con placer, todos los
pectorales de Jack, disfrutando de aquel contacto. Los gemidos de
Jack no pudieron contenerse en su garganta por más tiempo, sobretodo
cuando Christian no se contentó con eso y empezó a mordisquear su
piel, haciendo que su excitación se elevase... y no era lo único
“elevado”
El
shek podía notar perfectamente la erección de Jack sobre su propio
cuerpo, al igual que el dragón también estaba notando su endurecido
miembro entrar en contacto con su piel.
Christian
sonrió maliciosamente. Siguió recorriendo con su lengua el cuerpo
de Jack. Cuello, pectorales, esternón, abdominales, ombligo, bajo
vientre... Jack se estremeció cuando el shek llegó a su destino.
Pero no quiso apartarlo. No, le gustaba.
Y,
se sintió, verdaderamente, débil. Como nunca se había sentido.
Jack
notó como los primeros golpes del orgasmo sacudía su cuerpo,
estremeciéndole, retorciéndole en un libidinoso éxtasis lleno de
placer. El shek sonrió: su objetivo estaba cumplido. Pero no sólo
Jack tenía necesidades. Así que, rápidamente, volteó a Jack,
quien aún seguía sumido en su propio nirvana, y obtuvo una clara
imagen de la entrada que iba a profanar ahí mismo.
Sin
miramientos, ni tanteos, ni preliminares. Entró en Jack de una
estocada. Rápida, voraz y certera. El cuerpo del dragón volvió a
sacudirse entero. Ahora sí: no podía más con su alma... con las
dos. Pero no podía dejar que Christian se quedase con las ganas, así
que dejó que hiciera su trabajo. El shek empezó a mover sus
caderas, con la precisión y la constancia de un metrónomo.
Cuando,
por fin, se dio por satisfecho, hundió su cuerpo en el agua. Jack
hizo lo mismo, descansando. Todos sus músculos se liberaron de la
tensión que habían acumulado. Dejaron que el agua bañara su
cuerpo, totalmente caliente (el de uno más que el de otro). Y
cuando, Jack, tan agotado como nunca lo había estado, cerró los
ojos y se dejó caer en un profundo sueños, unas palabras resonaron
en su mente.
<<Y
esto, dragón, es el instinto>>
Los personajes no nos pertenecen, son propiedad intelectual de la autora Laura Gallego García.
Anya al habla *-*
ResponderEliminarOMG, Me habéis dejado sin sangre, necesito una transfusiónn! >///<
XD Lo de "que te den por culo, pero que te de yo" ha sido letal *^*
Me ha encantado, y os nombro diosas del BL idhunaico, amén :3
Chicas...Vosotras..Vosotras pretendéis matarme ..no?..Hay madre...
ResponderEliminarJajaja Si que estaban calientes esos dos..y..coincido con Airunah..la frase ha sido letal..casi me da un ataque cuando la leí..XD
Aaa..Bueno..estos relatos me dejan la mente demasiado turbia y no puedo pensar muy claro..por lo que solo puedo deciros que ha sido genial XD jeje
xD sí, quereros matares por desangre xD
ResponderEliminar...
...
Sí, nsotras morimos un par (más) de veces escribiéndolo... ¬u¬ xD
Jack es así, directo como es sólo xD
Muchas gracias! Diosas del BL idhunaico... qué honor! xD
Bueno, la próxima vez un Alsan-Shail, eh ;) xD ... ¬///////¬ como me va a gustar escribir ese xD