Beyond the Strage Life



¡Hola a todos! Aquí traigo una historia que hacia tiempo que quería escribir ^^U Espero que os guste tanto como a mí escribirla. Va sobre un espacio en blanco de uno de mi libros favoritos: Memorias de Idhún. Si te gusta este relato (cosa algo improbable) te aconsejo de que te los leas, ¡los tenemos en recomendaciones! xP.
Sin más rollos, aquí os lo dejo, ¡disfrutad!
~El personaje de Chris Tara y su personalidad, así como su vida y pasado, es propiedad intelectual de la autora Laura Gallego García~




PRÓLOGO:
COLD

Luces, focos, gritos de júbilo y adoración; ansias, llanto y emoción, nervios y sudor. Era un ritmo acelerado, fuerte y estresante. Sin embargo, él iba a su propio ritmo, es su propio compás tranquilo, calculado… y estremecedor. Nada ni nadie le hacía cambiar de motivación, de parecer; no podían obligarle a salir de su compás, donde él era la clave, la clave de sol, lo principal en el pentagrama, lo que sin ella la melodía no existe… sin él, el concierto no existía.

Él era la clave para el triunfo. Y quizá, no solo el triunfo del concierto.

Nadie necesitó avisarle, ya sabía que era la hora. Los pensamientos de los humanos, caóticos y poco coherentes, parecían pensar todos en el mismo muchacho. La misma persona, la clave de sol. Cogió su chaqueta de cuero negro, junto con el micrófono con el que iba a cantar su primera canción. La que le había vuelto famoso, a él y a su nombre. Un nombre que poco tenía que ver con el suyo, insignificante en comparación. Oyó la guitarra, las pautas, las notas circulaban por sus oídos. El escenario era suyo, la gente humana allí presente estaba allí por él. Sin ataduras, sin obligación de hacerlo… simplemente por su voluntad y su deseo de oírle cantar.

Él iba a cantar, y ellos le iban a oír. Y quizá, no solo los allí presente. Y la primera estrofa de Cold resonaron en aquel lugar, con la fría voz de un ser, que tal vez, pudiese sentir amor.

You think we’re not
So different at all.
Human body, human souls
But under you skin
You heart’s beating warm
And under my skin

There’s nothing more than something cold 





PRIMERA MEMORIA: FROZEN


 Muerte
El cadáver desapareció entre parpadeos de la luna, quien como testigo, observaba aquella batalla entre el dominante y el dominado. El joven se levantó lentamente, sin prisa; el objetivo de aquella noche había sido eliminado, no era necesario continuar. Sin embargo, en lo único que era capaz de pensar en aquellos momentos, era en acabar cuanto antes su trabajo. Quería componer. Por primera vez, sus pensamientos iban más allá que el gobierno de su mundo, de su padre, e incluso… de la Resistencia. No pudo evitar sonreír interiormente hacia sí, aquello era nuevo para él, y estaba tardando más de lo que pensaba en acostumbrarse. Pero sabía que, tarde o temprano, domaría aquel “sentimiento” costase lo que costase. Sentimiento que palabra más extraña para él.
El joven de negro fijó sus ojos en la luna llena. Sus fríos zafiros destellaron al ver la belleza del astro para seguir con decisión por su camino. Aún tenía varias horas de oscuridad para moverse, así que optó por visitarla, una vez más. Le fascinaba como una criatura tan inocente, pudiese ser tan poderosa, pero él no era quién para hablar de apariencias. Con su sobrenatural rapidez, llegó a la mansión D’Ascolli, justo al ventanal donde daba a su habitación. Ella dormía, con su reciente corta cabellera castaña esparcida por la almohada. Su expresión era extraña, el joven no sabía a qué sentimiento humano enlazarlo. ¿Tristeza? ¿Dolor? ¿Sufrimiento? ¿…miedo? ¿Una persona podía sentir todo eso? ¿Cómo podían hacerlo? No era lógico, no seguía pautas. Entonces, ¿cuál era la enrevesada lógica del corazón? Realmente el joven pensaba que jamás la comprendería. Un último y fugaz vistazo a la chica, para luego volver a fusionarse con las sombras… para aparecer mágicamente, de nuevo, en su piso de Nueva York.
Aunque le costaba asumirlo, viajar una distancia como era aquella disminuía ligeramente sus fuerzas. Quizá se estaba acostumbrando a las facilidades desde que la Resistencia cayó. El orgullo le recorrió por dentro; prácticamente solo quedaba la chica, Victoria, quien como ya sabía, se estaba entrenando para matarlo. Quién sabe si lo conseguiría, pero no ella sola. No de momento. Y a ello llegó de nuevo con las facilidades, debía de buscar algo que hacer para no quedarse tan estancado con su poder: podía llegar a más, pero sencillamente, en aquel momento, sorprendiéndose a sí mismo, solo quería pensar.
Se quitó la chaqueta y la dejó sobre el sofá, mientras su espada, Haiass, la depositaba al lado de la cama con especial mimo. El brillo sobrenatural de la espada parpadeó, lo cual el joven lo interpretó como buena señal. Haiass estaba descansando, por lo que él debería hacer lo mismo. Mañana mismo tendría que ir a hablar con su padre acerca de los progresos por la caza de sus objetivos, que cada vez, la lista, se reducía. Pero había uno en concreto que huía de él. Inconscientemente, el chico apretó el puño, mientras pasaba por sus ojos un brillo peligroso; Él . Persiguiendo un amigo moribundo que poco tenía ya de humano, solo atento a las llamadas de su amada luna, arrinconado como el alma animal que portaba.  Lo sabía, y sin embargo, no se preocupaba demasiado, tenía más trabajo que hacer. Y su padre era realmente exigente con el trabajo y su deber. Cayó rendido en su cama, mirando hacia la nada del techo, mientras por su elaborada mente ocurrían cientos de cosas a la vez. Mañana… realmente se iba a tomar el día libre. Hoy había cazado bastante más de lo que debería, por lo que calculó el tiempo que podía tomarse para él. Descubrió que tenía casi 12 horas propias, y la pereza le inundó, realmente estaba cansado.
Colocó uno de sus múltiples cuchillos debajo de la almohada, aun sabiendo que nadie se atrevería a acercarse a él, mucho menos a despertarlo. Cayó en un ligero sueño, como todos los que el joven de negro siempre tenía, para, desde hace mucho tiempo, soñar con la destrucción de sus más acérrimos enemigos, como caían desde las alturas de los cielos, envueltos en sus propias llamas.


 Ensayo

Las notas discurrieron por los dedos del guitarrista mientras por sus oídos la música creaba una burbuja, aislándola del mundo. Se la sabía de memoria, era prácticamente una obsesión por ella que la volvía loca. Sus flexibles dedos rasgueaban las cuerdas de la guitarra con experiencia, solo capaz de obtenerla mediante años de preparación. El sonido era perfecto, sin tacha. Los instrumentos lograban hacer su trabajo con su excepcional calidad y decisión; sin embargo, para la representante siempre quedaba un poco más. Siempre podía explotarlos un poco más para sacarles jugo, para volver más perfecta la melodía. Aoi Aurum Strauss hacía lo que podía, moviendo sus dedos tan ágil y constante, que goterones de sudor cayeron por su frente. Hasta que hubo el fallo. Un sonido que le hizo despegar los dedos de las cuerdas y taparse los oídos; no es que no reconociera el sonido: una guitarra desafinada. Miró a la segunda guitarra, Kin Hitoshi, la cual mal maldecía por lo bajo; se le había ido el dedo, y la guitarra había hecho un sonido realmente agudo y desagradable.
- ¡Maldición! – resumió la representante, en una única palabra. - ¡Hitoshi! ¿Qué demonios ha pasado aquí?
- Se me fue uno de los dedos, eso es todo – resopló la aludida.
Aoi rodó los ojos, realmente cansada. Era la tercera vez en una jornada, y aunque no quería culpar a su compañera, aquello les estaba retrasando magistralmente. Por fortuna, el vocalista no estaba allí, o ya les hubiese asesinado con la mirada. La chica sintió un escalofrío por su espalda; siempre que pensaba en el artista, sentía frío bajo su piel. Y aquello no era una reacción lógica; la molestaba. Y mucho.
- ¿Se te ha ido? Ya van unas cuantas seguidas, ¿no te parece? – gruñó Poks, la representante de Chris Tara; aprovechada, inteligente, de grandes facultades para la música.
Pero de igual manera, retorcida y egocéntrica. Era imposible replicarla sin que te diga algo el doble de cortante. En pocas palabras, representante y artista tenían cosas en común. Aoi se seguía preguntando donde se encontraron semejantes elementos.
- Ey, ey; tampoco hace falta frustrarse: vamos bien de tiempo, así que tranquilos todos, ¿bien? – sonrió Kodoku Nashiô, entrando en escena. – Además, aún no ha llegado nuestro rey de Roma, así que esto es un ensayo bastante “light”, tomémonoslo con calma.
- Estoy de acuerdo con Nash – sonrió Alice, la bajista. – Anda, tomémonos un descanso hasta que llegue Chris, ¿bien?
Ninguno rechistó, y rápidamente salieron de la mirada acechante de la representante del cantante, Poks Vinasco, antes de que alguno se fuese de la lengua. Aoi cogió una buena taza de café y comenzó a bebérsela a tragos largos. Kodoku, el rubio de ojos azules pronto se le unió.
- Estamos todos un poco alterados, ¿no? – comentó.
- Un poco, ¿tú crees? – preguntó, sarcástica la chica. – Solo espero que Kin no se alce contra Poks: puede acabar mal.
- No te lo niego – bebió un trago. – Sinceramente, prefiero que esté Chris aquí; así por lo menos, Vinasco está entretenida.
Aoi reprimió una carcajada; lo más gracioso, es que era verdad. En aquel momento, esa sensación de observación recorrió su cuerpo. Miró el reloj que colgaba de la pared: justo, puntual, exacto y preciso. Nueve cero cero. Las nueve en punto de la mañana, observó de reojo sus fríos ojos azules, los cuales les observaban sin ninguna motivación, cosa que a Aoi le irritaba un poco, pero no dijo nada. Nunca decía nada.
- ¿Dónde está Poks Vinasco? – preguntó, sin ánimo, sin un tono particular de voz; serena, calmada e imposible la réplica.
No fue consciente de sus temblorosos dedos, que amenazaban con tirar la taza. Kodoku tomó su palabra y habló por los dos:
- Acaba de meterse en la pecera, seguramente para revisar alguna composición – dijo, tratando de aparentar tranquilidad.
Chris Tara no dijo nada, no se movió, ni lo agradeció. Siguió su camino, como si ya se hubiera olvidado de ellos. Entonces, Aoi soltó todo el aire contenido en sus pulmones; aquel chico, aun cuando era el que le había dado trabajo, amenazaba su estabilidad y control. ¿Por qué? Eso ya sí que no lo sabía. Solo el contacto cálido de Nash la devolvió al mundo real.
O el idealizado mundo real.

El protagonista cogió las partituras recién terminadas de su propia representante, la cual hacía las veces de ayudante de composición, ya que la mayoría de las veces, era el propio cantante quien las hacía. Sus ojos azules sacaron hasta la última nota de información que pudo sacar. Esto dicho, en menos de un minuto.  Justo el tiempo que necesitaba para memorizarlas; se las tendió de nuevo con deje a Poks, la cual las recogió con desgana, mientras Chris Tara se dirigía a la puerta para salir de la pecera.
- ¿Y bien? – preguntó Poks, con descaro. - ¿Vamos a usar esta, o voy a tener que volver a cambiarla?
El chico no contestó de inmediato, es más, meditó la respuesta.
- Acordando con la letra, los dos últimos re  siguen sin cuadrarme – explicó.
La pelirroja suspiró, agotada.
- ¿Te das cuenta de lo difícil que es tenerte contento? – le preguntó irónicamente; claro que lo sabían; los dos lo sabían.
Aun así, el joven de negro no contestó; simplemente salió por la puerta, dispuesto a aguantar lo que probablemente serían horas de ensayo. Cosa la cual no se equivocó; primero, se dedicó a observar los movimientos de cada uno de los músicos los cuales estaban allí presentes: la guitarra principal, Aoi Aurum; la segunda guitarra, Kin Hitoshi; la bajista, Alice Grey; y el batería Kodoku Nashiô. El propio protagonista reconocía que no lo hacían mal, ya que conocía sus historiales al pie de la letra. Podía recitarlos como un teorema matemático, y gracias a ello conocía sus defectos. Kodoku, aunque fuese inconscientemente, si se descentraba comenzaba a tocar la batería a ritmo de rap, por ejemplo. Aoi tendía a no escuchar el ritmo de los demás ya que solo se centraba en el suyo propio, otro ejemplo.
Aun así, el joven confiaba en que dentro de un mes todo estuviese perfecto para su concierto, allí mismo, en Nueva York. Después de aquello, todo se decidiría. De nuevo, una nota fuera de lugar que el chico no tardó en detectar. Venía el bajo, la cual se llevó una mirada de reproche, que no perturbaba su rostro. Alice lo notó, e inmediatamente volvió a la melodía. Volvía a sonar bien. Al rato, Chris Tara se unió al ensayo, cantando las estrofas y versos de la canción de Cold ; era una armonía la cual estaba bastante bien conjuntada.
Poks lo escuchaba tras la pecera, donde no dejaba de mirar al cantante, con una sonrisa en los labios de orgullo y satisfacción. Aquello cada vez sonaba mejor, aquello cada vez tenía más ritmo. Y eso significaba una cosa.
Dinero.

Llamada

Justo después del ensayo, Poks movió cielo y tierra para que Chris Tara la acompañarse para una presentación de los dueños de donde se haría su concierto. Ninguno quería dar terreno a ceder, y eso los frustraba a partes iguales. El joven tan solo se dedicaba a escuchar los ruidos que generaba aquella gente, pero su mente estaba muy lejos. Demasiado lejos, quizá. Poco le importaba aquellas discusiones de política escénica, lo lograsen o no, iban a dar el concierto. Aunque era cierto que si lo lograban al muchacho le ahorrarían tiempo. No necesitaba prestar atención a la discusión para saber que Poks iba tanteando el terreno que le dejaban comer mientras los otros dos hombres intentaban sujetar el suyo. Pero en el fondo, el muchacho tenía prisa, aquello le demoraba. Tenía que empezar a moverse en ese mismo instante, o podrían llamarle la atención. Y volver a Drackwen en esos momentos, no era lo que más deseaba en el mundo.
Poks por su parte, sonreía por dentro. Todo salía exactamente como lo tenía planeado; luego les “obligaría” a darles preferencia en el escenario. Ser teloneros se iba acabar; aquello tenía que empezar a cambiar radicalmente.  Ya, pensó Poks. Era experta en manejar aquellas situaciones, y lo solucionaría en menos tiempo de lo creían ellos. Incluso veía al artista distante, pero eso no le preocupaba en lo absoluto. Solía hacerlo con bastante frecuencia; entonces, el momento que ella esperaba llegó.
- Bueno – suspiró con trabajada teatralidad. – Supongo que no hay manera.
- Exacto – gruñó el primero de los hombres.
- … Entonces, tendremos que guardarnos todo esto para nosotros, ¿no, Chris? – sonrió maquiavélicamente hacia el joven de negro, el cual le dirigió una larga mirada, llena de malicia. – Servirán para más de un par de copas, supongo.
La reacción fue exactamente la que esperaba. Los ojos desorbitados del dueño fueron directos hacia el trozo de papel que Poks movía con disimulo. Mientras, el protagonista dibujó una media sonrisa en su frío rostro. Retorcidamente… perfecta, pensó para sí, sin ninguna emoción. Había elegido bien la representante, sin duda captaba bien su esencia, en todo lo que podía abarcar, claro está, un simple y frágil humano.
- En fin, tendremos que irnos, encantados de tener esta charla con vosotros, caballeros.
Poks hizo un amago de levantarse, justo para que la mano del dueño la parase a tiempo. Aunque ninguno de los jóvenes tenía verdadera intención de hacerlo. Chris Tara ni siquiera se había movido.
- Un momento señorita Vinasco – la detuvo. – Quizá tengamos que discutir un par de cosas más… ¿creen ustedes tener tiempo?
Poks sonrió con malicia y orgullo de sí misma. Qué predecibles.
- Umm… supongo que sí, aunque más vale ir rápido, tenemos muchas cosas que hacer – ronroneó.
El hombre enrojeció, mientras que el otro se limitó a mirar a la pared. Ambos dueños tragaron saliva al mismo tiempo, mientras que el menos enrojecido se limitó a decir:
- No os ocuparemos mucho más tiempo – sonrió, con nerviosismo.

Kodoku bostezó por decimotercera vez, aburrido. Mientras tocaba con el dedo índice uno de los platillos de la batería. No os mováis hasta que volvamos, había dicho Poks, antes de irse. Claro que lo que iba a ser una reunión de una media hora, ya llevaban hora y media de retraso, y se habían cansado hasta de ensayar y ensayar. Solo cabía decir que casi cinco veces seguidas no habían tenido un solo fallo. Era sorprendente. Kin rasgueaba la guitarra con aburrimiento, sin componer nada en particular, ni si quiera improvisando, Aoi al contrario repasaba las partituras una y otra vez; Kodoku había contado ya dieciséis veces, y no se cansaba. O eso, o que estaba muy aburrida. Alice, por su parte, se movía al compás de una canción improvisada por ella misma mientras preparaba unos cafés para todos, tarareando. El chico juraría que ya podía unirse a su voz, pero pasó. Se limitó a suspirar pesadamente, y tirarse sobre los tambores de la batería, haciendo un estrepitoso ruido. Como que poco agradeció Aoi.
- ¡Nash! – se quejó. – Intento aprendérmelas.
- I’m sorry – se disculpó el rubio. – Pero me aburro muchísimo.
- Como todos – bufó Kin. – Pero es lo que toca.
Kodoku soltó un gritito de indignación, mientras golpeaba su frente contra la batería.
- Te lo vas a cargar – le comentó Aoi.
- Calla ya – gruñó.
- Borde – le acusó Alice.
Estuvo a punto de contestarla de una manera poco agradable, cuando la puerta de la sala se abrió. Solo necesitaron ver la cabellera roja de Poks para suspirar de alivio; el artista, como de costumbre, atravesó la sala en silencio, veloz y sigilosamente. Ninguno le puso importancia, ya no. Al principio, les parecía raro e indignante; ahora lo veían parte de una rutina que no se iba a cambiar. Eso era algo que tenías que tener claro en cuanto entrabas allí; Chris Tara ponía lar normas, tú las tomabas o las dejabas.
- ¡Lo conseguimos chicos! – Exclamó Poks – Tenemos el protagonismo en el escenario.
- Nosotros también conseguimos hacer un ensayo en condiciones – comentó Kin.
- ¿En serio? ¡Eso es genial! Dentro de veintinueve días, estará todo a punto para el gran día de Chris – miró detrás suya. – Qué manía con irse justo a tiempo. ¡Cuando quiero hablar con él!
Aquello sacó unas tímidas carcajadas a los músicos, mientras Poks se fue a la pecera, a terminar de retocar una de las últimas canciones escritas por el artista.

Kirtash llegó a su piso con helada tranquilidad, atravesando la puerta. Algo peculiar, ya que no tendía a usarla. Solía tele transportarse directamente allí, sin miramientos. Sabiendo qué debía hacer exactamente, y para qué había venido, se dirigió a su cuarto, donde no del todo escondido, sacó con extremo cuidado y respeto a Haiass, su espada de hielo, la cual parpadeó al notar a su amo. Se la colgó a la espada, como la rutina dictaba, mientras hacia un repaso mental de lo que debía acabar hoy. Había detectado un ápice de magia en las fronteras de Rusia, y un poco más al sur, tirando por Egipto, un rastro de una magia instintiva que debía seguir. Pequeños descuidos como eso, hacían de los magos objetivos fáciles de capturar, a la larga, si tenías suficiente paciencia y tiempo. Y él no tenía prisa alguna, mientras llevase un continuo trabajo. Cerró los ojos. Teniendo ya visualizada el lugar a donde quería viajar, estuvo a punto de dirigirse para allá. Pero un mensaje de imponente y autoritario atravesó su mente con poder y fuerza. Y no admitía la réplica. Y se vio obligado a abrirlos de nuevo.
La silueta de su padre se dibujó en el cuarto oscuro y sencillo del joven, con el rostro medio envuelto en sombras. Los ojos metálicos del Nigromante atravesaron el hielo de la mirada de su hijo, el cual esperaba oír el motivo de la llamada.  No hablaron con palabras, sin rodeos innecesarios. Datos, lugares, rostros e información. Pequeños detalles, no necesitaba más. Kirtash asintió con la cabeza, levemente, apenas un movimiento captable. Entonces, la sombra de su padre desapareció como la ilusión que era. Hubo unos segundos de absoluta quietud, mientras el joven de negro asimilaba su nuevo objetivo.
Había un cambio de planes.


Rutina
El centro de Venecia era una enorme plaza donde centenares de personas iban allí para visitar la ciudad. Los canales, la humedad de la ciudad y el agobiante mar de personas hacían que Kirtash se sintiese incómodo. Pero no sería por mucho tiempo, había un gran número de exiliados por la parte del centro de la ciudad; sería como quitarle un caramelo al niño, además, no podían habérselo puesto más sencillo. Cuanto más se juntasen, más rápido sería acabar con ellos. Era de lógica, pero para ellos, aquello de reunirse al parecer les daba más oportunidades de sobrevivir. Quizá, pero no esta vez.
No necesitó más de media hora, hasta que en otro fugaz instante detectó la magia. Fue un veloz movimiento casi imperceptible para el ojo humano; se había movido. Pero ellos tardaron milésimas de segundo en reaccionar; eso, les costó la vida. Era una casa realmente vieja, sus alfombras de hace décadas, con su madera vieja pero cuidada. Y en el centro, una familia. Y jugando a los pies de la mesa, un crío de prácticamente de su edad, sonriendo a su padre. Una familia feliz.
 Pero ya no.
Irrumpiendo como una daga cuando atraviesa un corazón, Kirtash apareció de la nada allá en medio. Fue una simple mirada, en la cual, lo que parecía ser el padre, se percató del peligro que corrían, un brillo que delató el horror y temor que sentía en su interior. Pero su movimiento fue terriblemente lento en comparación con el del joven de negro; Haiass atravesó al hombre, el cual una mueca de sorpresa cruzó su débil rostro.
Oyó el grito de sorpresa, horror y desgarrador de una mujer. La miró de reojo; allí en la puerta, sujetándose al marco como podía. La rabia inundaba sus claros ojos, y sus labios formaron en una lengua desconocida para cualquier terráqueo, unas violentas palabras. Kirtash las entendió con rapidez y molestia. Fuego. Fue bastante rápida, admitió el chico. En poco más de dos segundos, una telaraña de fuego ardiente bloqueaba el movimiento del joven, a temor de poder quemarse. Pero no solo eso. Era su temor natural. El fuego lo paralizó momentáneamente antes de volver en sí, y ver, como la mujer y otros tres hombres más llegaban al lugar. Kirtash entrecerró los ojos, ya le extrañaba que solo hubiese tres personas allí, había sentido mucho poder mágico, más que el de aquella mujer. Solo fue un suave roce del fijo de su espada, y las hebras de fuego quedaron congeladas, haciendo un estruendo al romperse en mil pedazos en el suelo. Volvió a abalanzarse contra ellos, pero esta vez, con más precaución. E hizo bien en hacerlo, ya que segundos después, otro de los magos volvió a atacarlo. Esta vez, con el viento. Lo esquivó, con la facilidad que tiene una golondrina en deslizarse por el aire. El siguiente murió con el estómago atravesado, mientras estrías de hielo aparecían en su vientre.
Kirtash escuchó como los otros tres huían, escaleras abajo. Volviendo a interceptarlos, bajó hasta encontrarse con otro de los magos que lo esperaba con las manos en alto, en una posición que fácilmente podría ser tanto defensiva cómo ofensiva. Se detuvo a escasos centímetros de él, viendo caer por su sien gotas de sudor. Defensivo, averiguó el joven. Lo pudo notar por la casi imperceptible capa que había entre los dos. Podría haber estado a salvo de cualquier otro, pero no de él. Kirtash achinó los ojos, mientras fijaba su mirada contra la de aquel hombre, el cual, no tardó de percatarse de su error. Podría haber sido una buena defensa; si no hubiese sido por la cercanía.
El objetivo cayó al suelo, mientras una suave capa blanca hacía de su cuerpo cambiar. Seguía teniendo aspecto humano, pero en su piel tenía marcas azuladas, y para ser una persona joven tenía poco cabello. Semicelestes, pensó el asesino le faltaban dos. Por fortuna, an no habían salido del edificio, y no fue tan complicado localizarlos. Se habían arrinconado ellos solos; dado por un impulso nervioso, el último hombre que quedaba se abalanzó contra él, mientras la mujer gritaba que se detuviera. A Kirtash no le costó deshacerse de él, y tirarlo al suelo con absoluta indiferencia. Un muerto era, sencillamente un muerto. Al contrario que sus otros compañeros, se mantuvo firme hasta el final. Sus ojos violetas no parecían temblorosos ni su mirada vacilar. Por ello, la mató sin sufrimiento. Desactivó las funciones vitales de su cerebro, y la dejó caer, en una posición de paz. Kirtash se preguntó por qué: ella estaba muerta, sus compañeros también. Colocó los dedos índice y corazón en su azulada frente, y con débil destello, su cuerpo desapareció. Repitió el mismo proceso con el cayó a su lado, el de las escaleras, y el padre. Sin embargo, había algo que aún se le escaba, que no terminaba de cuadrarle.
Echó un último vistazo a la habitación, entonces, es cuando se percató. En el centro de la alfombra que ocupaba todo el centro, había un coche de juguete. El crío, pensó, entre sorprendido y disgustado.  ¿Cómo podía habérsele pasado una cosa así? Observó, que a mano derecha había otra puerta, semi abierta. Se quedó mirándola, con apariencia tranquila, imperturbable. Por dentro, era como un Dios desatado. ¿Cómo un crío había sido capaz…?
La vibración del móvil le hizo volver de sí mismo, lo cogió de mala manera, pero su voz no le delató.
- Chris, ¡llevamos esperándote casi una hora! – gritó Poks, desde el otro lado del móvil. – Te recuerdo que no se puede ensayar bien si el vocalista no está, así que si no te importa mover el…
Colgó antes de oír las barbaridades que sabía que aquella chica sería capaz de decir. Pero era cierto, se había retrasado, aquel cambio de planes había roto su perfecto horario, su rutina perfectamente calculada. Ahora, tendría que rehacerla.
Y mientras, buscar a aquel crío, el cual, de forma increíble… logró escapar.

3 comentarios:

  1. BEYOND THIS PEOPLE!!!
    BEYOND THIS NOISE!!!
    BEYOND NIGHT AND DAY!!!
    JUST TAKE MY HAND AND COME WITH ME!!
    COME WITH ME!!! xD

    CHRIS TARA's FAN!!! xD
    omg, el lado más artístico del shek *_*... bueno... aunque también sus privilegiadas manos saben hacer otras cosas ¬////¬ xD
    Bien! Lo subiste! *_* pero hija, ya podías haber puesto la cabecera al menos, con lo que me has machacado para que te la haga xD
    Anda, a kiss^^

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  2. Para desgracia mía todavía no he tenido el privilegio de leerme estos libros..pero este prólogo es genial Riah-Cahn¡¡Después de todos los One-shots que habéis escrito sobre este libro creo que me hago una pequeña idea..pero es muy muy muy muy muy muy muy muy muy pequeña XD jajajjaa
    Bueno..que..Dios..si esque escribís genial siempre¡¡¡
    Ya me gustaría a mí ser cómo vosotras..no puedo ni siquiera aspirar a ello..XD Sois geniales, mis nuevas Diosas¡¡ XD

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  3. Muchas gracias! :D
    Ya puse la cabecera, persona avariciosa ¬¬'
    Otras cosas dice... -.-'
    Y también gracias a toi Vivi!!
    One besugo kiss!! (?

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